Un racismo enmascarado de belleza:
política y esteticismo en José Vasconcelos, un acercamiento a La raza cósmica y el Timón
Por: Luis Manuel Veloz
Y no le quedó a Nietzsche en su soledad ascética otro compañero que el
sarcasmo. Imitadores indignos han tomado del filósofo las frases que simulan
odio. No comprenden que el odio que no daña, el odio limpio que purifica, es
privilegio exclusivo del alma que ha sido capaz de amores grandes, excelsos.
José Vasconcelos, Manual de
filosofía.
Introducción
José Vasconcelos, no cabe duda, fue un personaje que dividió la esfera de la opinión pública, adulado por unos, vituperado por otros; en todo caso, desde la primera década del siglo pasado y hasta los años 50, José Vasconcelos estuvo al centro de múltiples polémicas. En las líneas que a continuación siguen, nuestro objetivo está orientado a dar una breve reflexión en torno a la postura que tomó Vasconcelos en el plano político, a través de dos momentos importantes, la publicación de La raza cósmica por un lado, y la aparición de la revista Timón por el otro. Quiero aclarar, por supuesto, que la reflexión de ningún modo pretende ser exhaustiva, sino sólo un acercamiento a las polémicas que ha motivado esta parte de la vida y obra de José Vasconcelos.
I


II

Ahora bien, el concepto problemático de raza que actualmente sucumbió a un descrédito casi total, en tanto que no hay ningún fundamento serio para sostener la tesis biologicista de raza como una pragmática justificativa para aseverar la supremacía de un grupo humano sobre otro, para el año en que se publica La raza cósmica, las ideas en torno al concepto de raza y racismo, están completamente vivas. De ahí que no fuera raro que Vasconcelos atacara los postulados darwinistas, acotados al marco social por Herbert Spencer, desde varios frentes, incluyendo el sarcástico: “... basta comparar la metafísica sublime del Libro de los Muertos de los sacerdotes egipcios con las chabacanerías del darwinismo spenciariano. El abismo que separa a Spencer de Hermes Trimegistro no lo franquea el dolicocéfalo rubio ni en otros mil años de adiestramiento y selección”[4] A pesar de todo, cabe interpelar que el nudo que teje La raza cósmica, se halla en las contradicciones en las cae Vasconcelos con tal de defender su postura. Porque en efecto, en dicho libro si por una parte se inculpa con dureza el racismo anglosajón, por el otro, toma el mismo tinte que éste. De ese modo, La raza cósmica se torna, con sus propias dispensas que bien supo José Vasconcelos, funcionalmente racista. Aunque como dijimos, enmascarado desde otro discurso (el esteticista), ya que en lo que toca, Vasconcelos no opta por el panfleto de odio y violencia, sino que acuña, bajo una retórica especifica, dogmática, una síntesis de las razas, a partir de su mezcla, cuya batuta por supuesto la tendría la raza mestiza por sus características emotivas, por eso escribe: “Nosotros no queremos la unión de los pueblos ibéricos, sin excluir a España y comprendiendo expresamente a Brasil; y tenemos que excluir a Estados Unidos, no por odio, sino porque ellos representan otra expresión de la historia humana”[5].

“Los muy feos
no procrearan, no desearán procrear; ¿qué importa entonces que todas las razas
se mezclen si la fealdad no encontrará cuna? La pobreza, la educación
defectuosa, la escasez de tipos bellos, la miseria que vuelve a la gente fea,
todas estas calamidades desaparecerán en el estado futuro. Se verá entonces
repúgnate, parecerá un crimen, el hecho hoy cotidiano de que una pareja
mediocre se ufane de haber multiplicado la miseria”[7]
Afirmaciones como ésta, se van
repitiendo en el libro unas veces con cierta cordura, otras con franco frenesí,
de cualquier manera José Vasconcelos deja claro que sus ideas se rinden en una
enconada manera de dirigir su descrédito, por cierto tipo de hombres. Los
indios, visto así, tendrían que ser excluidos por la nueva raza, y los negros,
gracias a una eugenesia prototípica estetizante, desaparecerían. No por nada,
el Dr. Mario Magallón, en la interpretación que realiza de La raza cósmica, escribe: “Esta visión estetizante, excluyente y
racista de raíz fascistoide, la funda (Vasconcelos) en la emoción y la pasión,
que no en la razón; muestra una forma racial de raigambre de larvado fascismo”[8]
Ahora bien, hasta aquí hemos
bosquejado brevemente el cuadro general de La
raza cósmica, desde una visión crítica que contempla el racismo de la obra,
pero nuestra inquietud conlleva también el polo, por decirlo así, más extremo,
es decir, el de la revista Timón. Así
pues, y al margen las operas grandes, la Metafísica,
la Ética y la Estética, el pesimismo de José Vasconcelos se agudizó, y la afrenta
que cargó por largo tiempo contra los norteamericanos (entre muchos otros
posibles motivos), estaba en el momento, según él, de ser saldada con ayuda de
la Alemania nazi. A inicios de los años 40, en efecto, las potencias del Eje se
jugaban encarnizadamente los frentes para inclinar la guerra (Segunda Guerra
Mundial) a su favor, y Vasconcelos tenía plena certeza de que al final todo
cuadraría de esa manera. De modo que, con el patrocinio de los alemanes (vía la
embajada alemana en nuestro país), Vasconcelos publica la revista Timón, revista que tuvo por fin hacer la
propaganda pro-nazi en México, y poner en el primer plano de la opinión
clase-mediera al que Vasconcelos consideró: “el hombre del rostro inspirado”,
refiriéndose por supuesto a Hitler. La revista Timón, así, fue una publicación semanal de raigambre completamente
fascista, que combinó la ideología política nazi, con la publicidad de la crema
Nivea o lo más sonado del cine hollywoodense,
entre otras cosas. Sin embargo, lo que más sobresale, por la fuerte dosis de
antisemitismo y racismo que dejan ver, son sus artículos, algunos firmados por
Vasconcelos, otros, por sus colaboradores. En uno de los artículos escrito
precisamente por Vasconcelos, se puede leer: “(…) y todos los pueblos del mundo
tendrán que agradecer a Mussolini y a Hitler el haber cambiado la faz de la
historia, el habernos liberado de toda conspiración tenebrosa que a partir de
la Revolución Francesa, fue otorgando el predominio del mundo a los imperios
que adoptaron la Reforma en religión, la engañifa del liberalismo en política”[9]
De este modo, y con un juicio anticipado de la victoria de las fuerzas
militares del Eje, Vasconcelos profetizaba en Timón un cambio en la historia, un cambio que, expresamente estaría
justificado por la fe católica, porque en efecto, para Vasconcelos no sólo
estaba en juego la política, sino también la religión. Era, en pocas palabras
para el Ulises criollo, el nuevo choque entre los protestantes y los católicos.
Sin descuidar por supuesto a los judíos, porque al igual, también fueron
atacados con dureza por el antiguo ateneísta. Sin embargo, y para infortunio de
Vasconcelos, el conflicto armado no se concretó según sus planes, porque al
final, la guerra se inclinó a favor de los Aliados. En lo que respecta a la
revista Timón, sólo 17 números se
dieron a conocer, antes de que fuera censurada por el Gobierno de Cárdenas, y
arrestado el encargado principal, el cubano Cesar Calvo. A Vasconcelos por el
contrario, no se le molestó, y se cerró el caso, no sin antes intentar
desaparecer la penosa evidencia (los pocos ejemplares de la revista Timón que circularon).

[1]
En su “Discurso de Inauguración de la Universidad” (1910) Justo Sierra, y
teniendo entre el público a Porfirio Díaz, leyó lo siguiente: “No, no se
concibe en los tiempos nuestros que un organismo creado por una sociedad
(refiriéndose al Estado) que aspira a tomar parte cada vez más activa en el
concierto humano, se sienta desprendido del vínculo que lo uniera a las
entrañas maternas para formar parte de una patria ideal de almas sin patria;
no, no será la Universidad una persona destinada a no separar los ojos del
telescopio o del microscopio, aunque en torno de ella una nación se
desorganice; no la sorprenderá la toma de Constantinopla (haciendo alusión al
movimiento revolucionario) discutiendo sobre la luz del Tabor” en Fuentes de la Cultura Latinoamericana,
Tomo I, ed, FCE, México, 1993, p, 84.
[2]
Para profundizar en este tema, recomiendo revisar el libro de Andrés Molina
Enríquez, Los grandes problemas
nacionales, ed, Era, México, 1983.
[3]
Magallón, Anaya, Mario, Filósofos
mexicanos del siglo XX: historiografía crítica latinoamericana, ed, EON,
CIALC, UNAM, México, 2010, p, 131.
[4]
Vasconcelos, José, La raza cósmica,
ed, SEP, México, 1983, p, 30.
[5]
Magallón, Anaya, Mario, Op, cit, p,
134.
[6]
Vasconcelos, José, Op, cit, p, 49.
[7] Ibídem, p, 38
[8]
Magallón, Anaya, Mario, Op, cit, p,
158.
[9]
Vasconcelos, José, “El mundo agradecerá a Hitler su transformación”, en Timón, #7, México, 1940, p, 5.
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