Diosa-carne
Como vampiro
te chupo el deseo
Te arrimo al
cíclope en estado de trabuco
belladona
desvergonzada
y en
consecuencia me hago
navegante de
yesca.
Entrona
viva, la que espía
para luego
hacerse la inocente,
desnudas mis
ojos en el reino
orlado de
pelambre;
la sombra
tiene encajes
y brama la
ternura
porque acaba
de engarrotarse
¿Qué
escondes que te da un aura sagrada?
Caverna en
la que entro
impuro y
salgo puro,
donde la
violenta ola padece de naufragio.
Secretadora
de pitos guerreros
arroja mi
alma lechosa
a la cara de
la muerte
Diosa-carne
serena de bullicio
de mis dos
sonajas
con la danza
de la música
ceñida entre
las piernas.
Con
animalidad mueve la batuta
para hacerle
camino
a los coros
galantes
de la
ferviente noche.
* Jorge Astudillo,
estudió psicología social en la UAM-Iztapalapa, lector asiduo de Fernando
Pessoa, Bataille, y de Friedrich Nietzsche, además de ser un gran conocedor de
la poesía española. En la actualidad, como todo buen poeta, escribe y disfruta
de la vida bohemia.